Flor de sacuanjoche

Flor de sacuanjoche
Flor de sacuanjoche-Flor nacional de Nicaragua

viernes, 29 de julio de 2011

DE HAMBRUNAS Y FATALIDADES



En estos últimos meses participé en un concurso de cuentos sobre el hambre y la alimentación convocado por Acción Contra el Hambre, capítulo de Centroamérica. El resultado fue trescientos cuentos de América Central y Panamá. Hubo tres primeros lugares, seis menciones y dieciseis cuentos más. El mío, "De hambrunas y fatalidades", quedó entre los dieciseis últimos. Todos formarán, junto con cuentos sobre el tema de reconocidos escritores del área, parte del libro "Letras contra el hambre" que será publicado en septiembre de este año.

Los autores nicaragüenses que participarán son Claribel Alegría, Gioconda Belli y Sergio Ramírez. Los tres estuvieron presentes en el acto de clausura efectuado anoche en el Centro Cultural de España en Nicaragua.

ACH señala que el mayor problema no son las emergencias que llegan sino la desnutrición :de los países más afectados en Centroamérica, la mitad de los niños de Guatemala y la tercera parte de los de Nicaragua sufren desnutrición. Cifras alarmantes, ¿qué población nos espera para los años próximos?

En estos días la muerte por hambre es una realidad muy dolorosa en el cuerno de África, ¿seguirán nuestros niños?

 QUIEN MUERE DE HAMBRE, MUERE ASESINADO. Alberto Morlacheti

Mi cuento  tiene fines didácticos, ojalá que las  variables  recogidas sean aprovechadas por los talleres que posteriormente se impartirán con los resultados del concurso.

DE HAMBRUNAS Y FATALIDADES
Cuento, por Melba Reyes A.
     ¡Huuummm!, qué gratos aromas se desprendían desde la cocina en la vivienda rural de la abuela Tona. Varias mujeres afanaban preparando la infaltable sopa dominical de carne de res  con muchas verduras. Pero el postre era siempre una sorpresa y, entre los olores a cebolla, chiltoma y ajo, sobresalían los de canela, clavo de olor y pimienta de Chiapas, aromas que incentivaban el apetito de los ocho niños que con nuestras madres visitábamos a nuestra abuela.
     Manuel y Pedro Pablo colocaban sillas para asomarse por la ventana a la cocina.  Al unísono con el ruido, se escuchaba el grito “¡Chigüïnes, vayan a jugar, cuando esté todo listo los llamamos!” Y ellos, en risotadas, salían corriendo
     Cuando el poste donde se amarraba a los caballos no proyectaba sombra sabíamos que eran las doce en punto y que pronto nos llamarían. Acudíamos con gran alharaca al llamado de 'Vengan a almorzar, chigüines! ¿Ya se lavaron las manos?' y nos sentábamos sobre largas bancas de madera alrededor de una mesa hecha por el tío Marcos con tablones gruesos.
     Comíamos de prisa, pensando en el dulce, que bien podía ser atol de maíz, arroz con leche o almíbar de naranja, además de huevos chimbos, pan de rosa, cajeta de piña o cualquiera otra de las especialidades de la tía Maruca. Si alguno de nosotros pretendía dejar verduras, ensalada o tortilla,  podíamos irnos preparando para el discurso de la abuela: “¡La comida no se desperdicia! ¡No quisieran sufrir una hambruna! (Aquí, santiguándose) ¡Dios nos guarde y nos favorezca de otra hambruna!”  A continuación contaba que en 1928, grandes nubes de chapulines arrasaron con todos los cultivos  y que los vecinos, en grupos, caminaban grandes distancias en busca de raíces para comer.
     Si se daba la circunstancia, apesarados y ensimismados vaciábamos el tazón. En seguida, ¡manos al postre! Lo degustábamos lentamente para prolongar el deleite.  Después salíamos a jugar, las tres niñas con muñecas de trapo y los cinco niños con trompos, bolas de vidrio o montados en palos, semejando caballitos.

     Estos recuerdos fluyen a mi mente, mientras mi tío Luis González y yo esperamos que la Mercedes, su esposa, sirva la cena. A mis diez años, mis padres se trasladaron a Managua y aquellas gratas convivencias con los primos y las primas terminaron. He vuelto a mi tierra segoviana cincuenta años más tarde. Hoy, en estas tierras que mi abuela sembraba con gran amor, los descendientes de sus dos hijos varones han construido sus viviendas: es  un pueblito  denominado “Los González”. Ella cultivaba plátanos, bananos, limones, naranjas, aguacates, cacao, caña de azúcar y café. Un poco de cada cosa, lo suficiente para abastecer a la familia.
      -¿Sabe, tío? El crecimiento poblacional va restando tierras cultivables lo que resulta una paradoja: aumentan las bocas y disminuye la producción.
     -Es verdá, m´hija, aquí lo que no disminuye es la producción del café. Si vamos a ver, allá por el Cerro Blanco, lo que hay son un montón de casas. ¿Te acordás que allí sembraban al espeque, porque no era posible arar con bueyes? Allí, guindo arriba, han ido construyendo casas. Además, sólo vamos quedando los viejos, la mayoría de la gente se va a trabajar a Estelí, Managua, Costa Rica, Estados Unidos o España.  Los hijos de la Tencha están en España y los de la Severa, la que estudió con vos en la escuelita, se fueron para Estados Unidos. Mis hijos aunque viven aquí no quieren  cultivar la tierra. Los nietos prefieren trabajar como maestros, contadores o técnicos en computadoras.  La Gloria tuvo a su hijo Luisito  y se  quedaron  aquí con nosotros. Él me ayuda en las labores, siembro frijoles, maíz, de repente alguna manchita de maní, pero esta semilla me cuesta conseguirla, vieras qué difícil.  Para que nos ayude con el trabajo, a veces contrato un mozo.
     Observo a mi tío. A sus setenticinco años, se conserva delgado y saludable. Trabaja de sol a sol como en sus tiempos jóvenes. Se lo digo y sonriendo me dice: “No creás, m’hija, que no me dan mis catarros que me mandan a la cama”
     El aroma del café recién preparado –tostado y molido en casa -se expande anunciándonos que la cena está cerca. En efecto, la Mercedes y mi prima Gloria colocan sobre la mesa los platos con frijoles fritos, huevos revueltos con chorizo, tortillas calientes, cuajada fresca y rosquetes para acompañar el café.
     -Tío, parece que aquí no han pasado los años. Se aplican las mismas técnicas de cultivo. Muchos técnicos y profesionales agrícolas no quieren vincularse a las dificultades del campo, pero sé  que quienes han aprendido desde niños sobre el terreno suelen ser arrogantes desdeñando un posible asesoramiento.
     -Mirá, m´hija, hace un tiempo, la financiera que nos presta reales a varios agricultores de la comunidad, nos mandó un ingeniero agrícola y no logramos acomodarnos con él. Vos sabés, que para toda labor de chapoda, siembra y poda tenemos en cuenta los movimientos de la luna. También, que por el viento y el vuelo de los pájaros sabemos si va a llover o no. Él dijo que todo eso era ignorancia.
     -Ocurre ese rechazo, sin embargo,  ustedes deberían aprender lo que ellos conocen sobre experiencias de otros agricultores, nacionales o extranjeros. ¿Por qué se dice que Israel hace florecer el desierto? Porque con sus técnicas de riego aprovechan hasta la última gota de agua en aquellas tierras de tan difíciles condiciones para los cultivos. Es verdad que muchas cosas no son  aplicables por la falta de plata, pero conocerlas genera ideas útiles.
     Mientras comemos, mis pensamientos sigue girando sobre el tema y continúo:
     -Sembrar siempre lo mismo en un terreno, no permite un buen rendimiento. La práctica intensiva, sembrar con menor distancia entre planta y planta pero abonando con  frecuencia, aumenta la productividad. …
     De pronto, recuerdo que finalizando el viaje, no vi caudal en el río, sino una gran extensión de arena. Quedaba cerca de nuestra casa, también de este terreno. En la ribera se cavaban los pozos de los que nos abastecíamos el agua. Mi abuela llenaba unos enormes cumbos que ella misma hacía con barro. El agua siempre estaba fresca.
     Le pregunto y él me contesta con mirada triste que no sólo el despale en el sector provocó daños sino también el huracán “Mitch”:
     -Si hubieras visto qué horrible, continúa. Era una correntada arrastrando palos, caballos, vacas... Cuando bajaron las aguas, el cauce se había desviado.  Sólo quedó ese playón de arena que miraste.
     La Mercedes, la Gloria y Luisito se nos han unido y comen en silencio, atentos a nuestra conversación. El tema de la alimentación no abandona mi mente.
     -Preocupa el déficit de alimentos, también los malos hábitos alimenticios. El hijito de una vecina mía murió por anencefalia, el médico le habló a la madre sobre la importancia de una alimentación nutritiva para evitar otro caso. Y una compañera de trabajo, por comida le daba a su hijo gaseosas y repostería.  Por fortuna, la tuberculosis que adquirió fue tratada a tiempo. También el desconocimiento puede ser una trampa. En un centro para tuberculosos los encargados se quejaban  porque las autoridades de salud, sólo les proporcionaban lo necesario para una dieta de arroz, frijoles, ensalada de verduras y fruta para los pacientes. Según ellos, faltaba lo principal, la carne. Se sabe que la combinación de arroz y frijoles proporciona los aminoácidos esenciales que da la carne. Nuestro plato nacional, el gallopinto –arroz, frijoles, grasa- más la ensalada y la fruta son una combinación alimenticia perfecta. Es una sabia tradición de nuestra gente.
     Son las seis de la tarde y el sol  veraniego aún pinta arreboles en las nubes que toman caprichosas formas en el poniente. En sendas sillas mecedoras mi tío y yo nos acomodamos debajo de un palo de guayaba. Él, con la mirada fija en el horizonte y con el tono entristecido expresa:
     - Mi mama cocinaba mucho más que lo necesario para que se comiera lo suficiente. Su obsesión se relacionaba con algo ocurrido durante la hambruna de 1928. Yo nací ocho años después, pero para esa época su primera hija, la Demetria, tenía diez años. (Me sorprendo y él hace un gesto para que no lo interrumpa) (Nunca, que yo recuerde, se la había mencionado en la familia)  Cuando yo tenía once años, mi papa me estaba contando que ella había muerto envenenada. Habían salido en grupos a buscar raíces y ella, por desgracia,  consumió una raíz venenosa. En eso, nos sorprendió mi mama, le dirigió una mirada terrible a mi papa y por mucho tiempo no le habló, hasta que él se gravó de muerte y ella lo cuidaba, volvió a hablarle. Entonces, vos ni pensabas nacer. ¿Te acordás de su cofre? No nos dejaba ver su contenido. Después que ella murió lo abrí y dentro de él estaba una cajita de madera tallada. Es la fecha y no me he atrevido a abrirla. Creo que allí hay algo relacionado con tu tía. ¿Querés que lo miremos? Vení, vamos.

     Nos dirigimos hacia el  cuarto donde está el cofre. El paso cansino de mi tío me advierte sobre la fuerte carga emocional que soporta. Con dificultad abre la puerta y yo enciendo la luz. Con manos temblorosas él abre la caja y  lo primero que salta a la vista es un dibujo al grafito. Desde él nos sonríe una niña peinada con dos trenzas sujetas con lazos. Además, están dos muñecas de trapo de fina confección, lazos, un peine y otros pequeños objetos que no determino en el momento porque yo, abrazando las muñecas y la imagen, abrazo el recuerdo de mi abuela Tona sintiendo desbordarse en  lágrimas  mis ojos.

 ♥


6 comentarios:

Ian Welden dijo...

Muy querida Melba, déjame ser el primero en saludarte ésta mañana de julio y darte las gracias por abrirme los ojos a la espeluznante realidad de la desnutrición infantil.
También quiero felicitarte por tu maravilloso relato "De Hambres y Fatalidades"y por su pronta publicación en el libro colectivo.
"De Hambres y Fatalidades" es una importantísima obra de arte de la cual tu aluscinante país debe estar orgulloso.

Un beso y un abrazo desde Escandinavia, donde los movimientos sociales de los trabajadores han logrado erradicar la hambruna,

Ian.

Montserrat Llagostera Vilaró dijo...

Buenos días Melba:
enhorabuena por este ralato maravilloso y solidario.
Te mando un abrazo desde Valencia, Montserrat

Conral dijo...

Querida Melba, cuánto me alegro de que tu relato se encuentre entre los elegidos para estar en un libro colectivo. Sé que tú también te sentirás feliz!
Qué acto tan bonito!!! y se celebró en la Casa de España, ¡qué casualidad!

Un abrazo muy grande. ¡Sigue escribiendo!!!!
Conchi

Conral dijo...

Amiga, pasé a saludarte y vi que no publicaste nada nuevo. Espero que estén todos bien. Nosotros volvimos al trabajo.
Un abrazo grande
Conchi

Marta dijo...

Emotiva historia, muchas felicidades.

http://www.youtube.com/user/amande1951 dijo...

Otras miserias….







Enseñaremos el cambio

y forjaremos juntos

un instrumento nuevo,

madura la semilla

un día dará fruto.



Vislumbra otras miserias

que juntos con las mías

se volverán urgencias,

mutará la conciencia,

respetará la vida,

la verdad, la justicia



Amanda Ackermann



Amy

este es mi comentario a tu publicación y para que sepas que leo lo que escribes y sé lo que haces, besos en tu alma