El mayor placer de mi niñez fue la lectura. La lectura fue mi gran refugio en los tantos sinsabores... No desaprovechaba momento para leer, de manera que mis grandes compañeros de "juegos infantiles", fueron Alejandro Dumas, Emilio Salgari, Oscar Wilde, Las Mil y una Noches (anónimo), Lewis Wallace (Ben Hur)...
Estos fueron los incuestionados...Los leía, me gustaban y ya...
Posteriormente leí algunos que, a la primera vez, no me simpatizaron. Uno de ellos, Bécquer con sus Rimas. Como ni idea tenía de lo que era un "pie quebrado", cada vez que leía uno de ellos en la Rimas tenía una sensación de "irme en falso". Pasaron algunos años antes de atreverme a leer de nuevo las Rimas. Y cuando lo hice, ¡me atraparon!. Tanto, que creo que Gustavo Adolfo Bécquer es, en buena parte, "culpable" de mi inveterado romanticismo.
Bécquer me atrapó más cuando leí sus Leyendas. Con cada releída disfrutaba tanto como la primera vez..."El caudillo de las manos rojas", "La creación", "La cueva de la mora", "La rosa de pasión", "El monte de las ánimas", "El 'Miserere' ", etc.
Luego pasarían por mis ojos entre otros, Espérame en Siberia, vida mía (Enrique Jardiel Poncela), Drácula (Bram Stoker), etc. antes de llegar a otro de los cuestionados: Juan Rulfo.
Me sentía asfixiada, acalorada, claustrofóbica leyendo Pedro Páramo, en primera instancia y, luego, El llano en Llamas... Me cansaba, me hastiaba el excesivo uso del como (símiles)...El tiempo no lineal, fallecidos conversando...Hasta que llegó el momento de tener que leerlos como una "tarea" durante mis estudios de bachillerato. Ni modo... A leer esas dos obritas...¡ Y quedé eternamente atrapada! Hoy, ya perdí la cuenta sobre las veces que las he leído. Entendí por fin que despertar esas sensaciones, que son muy fuertes la primera vez, es parte de la gran habilidad del escritor.
Charles Dickens, Máximo Gorki, Nicolai Gogol, León Tolstoi, Rudyard Kipling, Stefan Sweig, Gustave Flaubert, Edgard A. Poe, Stendhal, de los más importantes, más los anteriormente señalados fueron mis educadores juveniles, A FALTA DE PADRE Y MADRE, así, con todas sus letras.
Después llegaron las obras que me abrieron mucho los ojos ante la triste realidad de explotación, miseria y sometimiento: Los de abajo (Mariano Azuela), Bananos (Emilio Quintana, nicaragüense), La vorágine (José Eustasio Rivera), Huasipungo (Jorge Icaza)...Y el más espectacular de todos, tanto por contenido como porque había que leerlo muy escondido porque la dictadura somocista lo perseguía: Por las venas abiertas de América Latina (Eduardo Galeano). Eran muchos los libros perseguidos por la dictadura : Dinastía Sangrienta (Pedro J. Chamorro, nicaragüense), General de Hombres Libres (Gregorio Selser, argentino), Guardianes de la dinastía, todo lo que dijera Sandino, etc. Pero el que más permeó en mi conciencia para decir ¡basta ya! fue Por las venas abiertas de América Latina...
En los últimos tiempos mis favoritos incluyen a Emett Fox, Deepak Chopra, Paulo Coelho...Por supuesto, ME ENCANTA mi compatriota Gioconda Belli.
Estos fueron los incuestionados...Los leía, me gustaban y ya...
Posteriormente leí algunos que, a la primera vez, no me simpatizaron. Uno de ellos, Bécquer con sus Rimas. Como ni idea tenía de lo que era un "pie quebrado", cada vez que leía uno de ellos en la Rimas tenía una sensación de "irme en falso". Pasaron algunos años antes de atreverme a leer de nuevo las Rimas. Y cuando lo hice, ¡me atraparon!. Tanto, que creo que Gustavo Adolfo Bécquer es, en buena parte, "culpable" de mi inveterado romanticismo.
Bécquer me atrapó más cuando leí sus Leyendas. Con cada releída disfrutaba tanto como la primera vez..."El caudillo de las manos rojas", "La creación", "La cueva de la mora", "La rosa de pasión", "El monte de las ánimas", "El 'Miserere' ", etc.
Luego pasarían por mis ojos entre otros, Espérame en Siberia, vida mía (Enrique Jardiel Poncela), Drácula (Bram Stoker), etc. antes de llegar a otro de los cuestionados: Juan Rulfo.
Me sentía asfixiada, acalorada, claustrofóbica leyendo Pedro Páramo, en primera instancia y, luego, El llano en Llamas... Me cansaba, me hastiaba el excesivo uso del como (símiles)...El tiempo no lineal, fallecidos conversando...Hasta que llegó el momento de tener que leerlos como una "tarea" durante mis estudios de bachillerato. Ni modo... A leer esas dos obritas...¡ Y quedé eternamente atrapada! Hoy, ya perdí la cuenta sobre las veces que las he leído. Entendí por fin que despertar esas sensaciones, que son muy fuertes la primera vez, es parte de la gran habilidad del escritor.
Charles Dickens, Máximo Gorki, Nicolai Gogol, León Tolstoi, Rudyard Kipling, Stefan Sweig, Gustave Flaubert, Edgard A. Poe, Stendhal, de los más importantes, más los anteriormente señalados fueron mis educadores juveniles, A FALTA DE PADRE Y MADRE, así, con todas sus letras.
Después llegaron las obras que me abrieron mucho los ojos ante la triste realidad de explotación, miseria y sometimiento: Los de abajo (Mariano Azuela), Bananos (Emilio Quintana, nicaragüense), La vorágine (José Eustasio Rivera), Huasipungo (Jorge Icaza)...Y el más espectacular de todos, tanto por contenido como porque había que leerlo muy escondido porque la dictadura somocista lo perseguía: Por las venas abiertas de América Latina (Eduardo Galeano). Eran muchos los libros perseguidos por la dictadura : Dinastía Sangrienta (Pedro J. Chamorro, nicaragüense), General de Hombres Libres (Gregorio Selser, argentino), Guardianes de la dinastía, todo lo que dijera Sandino, etc. Pero el que más permeó en mi conciencia para decir ¡basta ya! fue Por las venas abiertas de América Latina...
En los últimos tiempos mis favoritos incluyen a Emett Fox, Deepak Chopra, Paulo Coelho...Por supuesto, ME ENCANTA mi compatriota Gioconda Belli.
Lamentablemente la explotación y la miseria aumentan...¡A ver!...¡¿dónde están esos relevos?!
2 comentarios:
Muchas gracias por la referencia a mi abuelo.
Veo que haz leido mucho y lo que te convirtió en romántica a tí fue lo mismo que me convirtió en romantico a mí. Gustavo Adolfo.
Un beso
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